El lenguaje del poder, el poder del lenguaje

Las palabras tabú son palabras que evitamos utilizar porque socialmente están mal vistas, hacen referencia a realidades consideradas desagradables, vulgares, soeces o políticamente incorrectas en determinadas culturas.

Suelen hacer referencia a enfermedades, términos escatológicos, racistas, sexuales o relacionados con la muerte, etc.

En lugar de estas palabras se suelen utilizar otras con un significado similar pero que tienen menor carga negativa. Estas palabras se denominan eufemismos.

Los medios de comunicación además de usar un lenguaje ordenado, técnico y con una sintaxis que tiende al artificio y al hipérbaton (alterar el orden natural de la frase), hace uso, normalmente en exceso, de eufemísmos que buscan "maquillar la realidad" 

La FUNDEU de BBVA que resuelve nuestras dudas lingüísticas nos explica la tendencia del "lenguaje políticamente correcto

 El lenguaje políticamente correcto
El lenguaje en sí tiene un carácter neutro; es el uso lingüístico el que incide en el juego de la construcción y la corrección de la realidad mediante elecciones y descartes; eso es lo que pretende hacer el lenguaje políticamente correcto, que busca un discurso neutro.
Surgido en la década de los sesenta en EE. UU. en los debates sobre el enfrentamiento entre libertad de expresión e igualdad, el movimiento que lo impulsa propone una acción lingüística, cambiar la sociedad cambiando las palabras, dado que existe una proporcionalidad entre la influencia de la palabra y la posición de poder. Se trata de la cara amable del eufemismo, que busca la no discriminación, la integración de las minorías.
Sin embargo, el eufemismo social, que nació como un arma de lucha  contra la discriminación, recibe hoy las críticas de estar instrumentalizado por el poder, de haber perdido su valor al convertirse en un estándar, colaborar en la perversión del lenguaje, distorsionar y manipular la realidad y haberse convertido en la policía del pensamiento o en la nueva inquisición.

El lenguaje informativo de las guerras, el terrorismo, la mafia y el narcotráfico
La contribución de los medios a una cultura de paz o de guerra es indiscutible, como lo demuestra el lenguaje surgido tras el 11S, cuando se empezó a hablar de guerra contra el terrorismo. El lenguaje conforma una realidad, y los medios se pueden utilizar como un arma que incite a la violencia. Se habla incluso de un «periodismo preventivo» que actúe a modo de alerta internacional sobre situaciones en las que los medios están utilizando toda su maquinaria para azuzar y no para solucionar conflictos.  Los medios influyen en la opinión pública y por tanto en la configuración del conflicto. El periodista tiene la capacidad y la obligación de responder; hay que enseñar al espectador para superar esta sociedad de pasarela, desinteresada por lo diverso, la cultura y el esfuerzo y que destruye el espíritu crítico. Debe lucharse desde la infancia contra el pensamiento único.
El periodista debe asimismo calibrar la importancia de las palabras para reflejar una realidad atroz. El patetismo puede resultar contraproducente, mientras que el lirismo y la paradoja pueden ser instrumentos apropiados para describir la guerra.
Las guerras, el narcotráfico, etc. son conflictos violentos: terreno abonado para que surja el eufemismo. Hay eufemismos populares (pasar a mejor vida) y otros que se emplean por corrección política (técnico en la eliminación de residuos urbanos). Un tercer tipo de eufemismos son los corrosivos, que se emplean para no decir la verdad (bombas limpias, cárcel del pueblo, ataque quirúrgico): estos son los que más censuran los libros de estilo, pero su criterio se cumple solo a medias. El periodista se ve a menudo obligado a no cuestionar a sus fuentes ni a la línea editorial de su empresa y la repetición de ciertos eufemismos le permite salvar la cara frente a ellos, dejando que sea el lector quien los interprete.
El terrorismo emplea un vocabulario propio, que además tiene una dimensión política. Es un lenguaje de germanía dirigido a dificultar la comprensión, deshumanizador de las víctimas. El periodismo debe tener cuidado para no calcarlo y utilizar el lenguaje más preciso posible.
Por otra parte, las guerras más cotidianas las estamos viviendo aquí.  Los periodistas se están convirtiendo en los nuevos arquitectos de catedrales emocionales cuya argamasa es la espectacularización y el culto a la emoción. Es un fenómeno en alza que contamina toda la comunicación.
Asistimos al auge de la democracia de opinión, pero el periodismo no debe alimentar esa ola mediática, sino nadar contra corriente: hay valores que no pueden estar sujetos al estado de ánimo de la población.
La necesaria actitud de compromiso se extiende asimismo a los lingüistas, que no deben limitarse a describir los usos lingüísticos, sino también valorarlos, señalar qué los causa.

Inmigración, cooperación y grupos étnicos y religiosos minoritarios
A veces cambiamos las palabras no para enmascarar la realidad, sino para no ofender. El lenguaje es muy rudo, matiza muy poco, las palabras nos llevan a conclusiones casi directamente. La lengua te encamina, las palabras llevan una carga aunque tú no lo quieras, conducen a estereotipos. Para evitarlo se buscan expresiones distintas.
Las palabras, ciertamente, no cambian el mundo, pero pueden cambiar estados mentales, lo que repercute en la acción.
En EE. UU. el trato que se da en los medios a los inmigrantes depende mucho de su orientación política; los generalistas suelen reproducir más estereotipos, aunque depende de quién los maneje, de quienes sean sus gerentes: una mayor representación de las minorías en ellos permite una mayor vigilancia del lenguaje que se emplea. En este sentido se ha avanzado, pero es preciso que crezca dicha representación. Por su parte, los medios llamados étnicos defienden a las minorías y emplean un advocacy language. El discurso político, a su vez, depende mucho del estado de opinión de los votantes. La actual oleada antiinmigratoria condiciona en gran medida este discurso.
Respecto al mundo árabe, los medios de comunicación son desde hace muchos años exquisitamente correctos. El racismo, repleto de errores conceptuales, geográficos, históricos y lingüísticos y teñido de la concepción que procede del 11S, se encuentra más en internet y en los comentarios a las noticias de los medios digitales. La quiebra del lenguaje políticamente correcto actúa como los testigos que colocan los arquitectos en las grietas para comprobar su evolución: advierten sobre la quiebra social que puede producirse.

En general, los cambios semánticos referidos a las minorías no están acompañados de una reflexión política. La categoría de inmigrante, en el caso de España, tiene muchos rasgos no democráticos, porque la forma en que se problematiza la diversidad y se politiza la inmigración busca legitimar la reproducción de desigualdades. Los partidos están más preocupados ante esta realidad, por qué decir que por qué hacer. Es precisa una ética pública que conciencie a la ciudadanía y limite el uso racista y xenófobo del problema por los agentes políticos y sociales.
Discapacitados físicos y psíquicos
Hemos asistido a un cambio en los términos: hace diez años se recomendaba utilizar minusválido y no discapacitado, por ser un calco y un eufemismo, pero ahora se prefiere la segunda palabra, que se siente ya como un término neutro, y se han creado otras formas eufémisticas.
El eufemismo se encuentra en el quicio entre la necesidad de evitar un término peyorativo y el riesgo de perder información. Se trata de informar, de que la gente entienda de qué se está hablando, y si alguien va en silla de ruedas quizá le importe menos cómo lo llamas y más si puede pasar por las aceras.
En las guías sobre lenguaje igualitario hay puntos comunes, pero también contradicciones. El eufemismo está muy presente en el lenguaje de la discapacidad y tiene una motivación social.
El lenguaje políticamente correcto no cambia la realidad; para cambiar la realidad lo primero que hay que hacer es conocerla, y lo que hay muchas veces es un gran desconocimiento. Lo que no se debe olvidar nunca es que estamos hablando de personas, y que son ellos quienes quieren insistir en ello, en que son personas.
Hay mucho que hacer, pero el cambio que se ha producido es muy grande. Sin embargo, en temas de derechos de ciudadanía nada está nunca conseguido.


Tras la lectura responde a las siguientes cuestiones:
1. ¿Crees que el cambio en el vocabulario cambia el pensamiento de las personas?
2. ¿Crees que es posible alcanzar un lenguaje neutro?
3. ¿Cuál es el papel de los medios de comunicación en este punto? ¿Tratan de mejorar la sociedad a través del lenguaje o lo utilizan para velar ciertas realidades?
4. ¿Estás de acuerdo con el final del artículo? Justifica tu respuesta


2.   Lee el siguiente cuento: “Caperucita Color Granate Oscuro sin ninguna connotación Partidista” .De la serie “Microcuentos del Eufemismo”. Nuestros cuentos de siempre, contados por políticos.


“Érase una vez que iba Caperucita Color Granate Oscuro Sin Ninguna Connotación Partidista por el bosque a llevar alimentos sostenibles y ecológicos a su abuela, la cual todavía seguía cobrando una pensión decente gracias a los esfuerzos de los leñadores del bosque, guapos e intachables trabajadores. La abuela vivía sola en una casa, de protección oficial con reducción del IBI para personas mayores no dependientes. El lobo, que tenía la bondad desacelerada y además era del partido contrario y por tanto, enemigo del bosque, observaba esto a menudo, por lo que un día fue a la casa y le provocó a la abuela un nacimiento inverso. Se puso su ropa y esperó a que llegara Caperucita porque quería ingerirla y nutrirse.
Caperucita, que no podría haberse ganado la vida como Juez (o Jueza), llegó a la casa y le preguntó al lobo:
-¡Abuelita, sin ánimo de ofender y con el debido respeto: que ojos más grandes tienes!
-Son para contemplar mejor todo lo que me rodea para optimizar mi visión hacia ti.
-¡Abuelita, qué boca más grande tienes.
 -Es para intentar paso a paso y como indica mi condición canina, comerte mejor!
Con lo que el lobo saltó para hincarle el diente a Caperucita y esta huyó como pudo intentando no sufrir ningún daño colateral a su persona (humana).
En el bosque se encontró con un leñador, que habló con el lobo y después de largas y complicadas reuniones al más alto nivel, llegaron al consenso de que la persona más débil del bosque era Caperucita, por lo que pactaron un crecimiento negativo de su asignación semanal para dársela al lobo, que era en definitiva, de los que más ruido hacía en el bosque y convenía mantenerlo callado y contento.”

  • -    ¿Encuentras algo extraño en este cuento de caperucita? 
  • ¿Qué cambia en la historia?
  •  ¿Y en el lenguaje?
  •  ¿Por qué se dice en el blog que es un cuento de siempre pero contado por políticos? 




3. A continuación te muestro un vídeo, un texto literario y un artículo periodístico que debes relacionar y hacer una reflexión ¿Qué tienen en común? ¿Qué quieren transmitir? ¿Qué opinas de esta tendencia? ¿Qué consecuencias tiene?




No digan recortes, llámenlo amor

Los eufemismos forman parte del discurso público desde que este existe, pero las épocas de crisis pueden llevar el abuso de esta figura al límite de lo cómico o, a veces, de lo cínico.

 SAMUEL SÁNCHEZ

No teman, amigos, nadie pretende bajar su sueldo. Es más bien una “devaluación competitiva de los salarios” lo único que proponen para España organismos internacionales como el Banco Central Europeo (BCE). Ya saben, atravesamos una época de crisis —o de “severa desaceleración”— y son necesarios recortes —perdón, quisimos decir “reformas” o, como mucho, “ajustes”— en varios ámbitos. Pero no hay que llevarse las manos a la cabeza: Cataluña no ha planteado en ningún caso introducir el copago en la sanidad pública, en absoluto, sino que trabaja en la idea de introducir “un tique moderador sanitario”. Y el Gobierno no ha subido el impuesto sobre la renta —ya había prometido durante la campaña electoral que no lo haría—, sino que ha dejado bien claro la vicepresidenta primera que esa modificación del IRPF consiste en un “recargo temporal de solidaridad”.
Dicen que este periodo de “crecimiento económico negativo” (la Gran Recesión, se empeñan en llamarla los tremendistas) no ha pasado la misma factura a todos, que ha salido más cara a la clase trabajadora que los a los pudientes. Esto no es sino “el impacto asimétrico de la crisis”. Así que muchos trabajadores han ido a engrosar la lista del paro, no tanto porque sus compañías les hayan despedido, sino porque se hallan inmersas en procesos de “racionalización de la red de oficinas”, por ejemplo, cuando se trataba de las cajas de ahorros que se han fusionado.
El BCE no habló de rebaja salarial, sino de devaluación competitiva

Circunloquios, perífrasis, rodeos, ambigüedades, tecnicismos ininteligibles, anglicismos innecesarios... Es viejo como el poder o como la seducción. El uso persuasivo del lenguaje forma parte del discurso público desde que este existe y se mueve en esa delicada frontera entre el maquillaje y la máscara. Pero el uso de los eufemismos se intensifica en tiempos de crisis, esas épocas de malas noticias y su abuso puede rayar en lo cómico o lo grotesco.

1. ¿Qué tipo de documento periodístico es este?
2. ¿Cuál es el tema? ¿Y la intención del autor?
3. ¿Qué relación guarda con el vídeo?

Esta tendencia del Lenguaje Políticamente Correcto, es positiva  para algunos en tanto que elimina una serie de expresiones y vocablos ofensivos y realiza una renovación lingüística con el fin de conseguir la igualdad social de ciertos colectivos tradicionalmente estigmatizados. Otros, en cambio, rechazan lo que para ellos es una imposición del lenguaje no discriminatorio, al menos por dos razones. Primero, porque consideran que la eliminación de ciertos términos  no solucionan las desigualdades sociales, como indica Umberto Eco (2004): «Si se decide llamar a las personas que van en silla de ruedas ya no minusválidos, sino discapacitados o “capaces de otra forma”, pero después no se les construye rampas de acceso a los lugares públicos, evidentemente, se obvia hipócritamente la palabra, pero no el problema». En segundo lugar, porque creen que es una especie de censura lingüística, según sostiene Lindo:
 "No es fácil desacreditar sin más la corrección política porque nació del intento legítimo de corregir un abuso histórico ligado a sectores de población que sufrían desprecios muy arraigados en el lenguaje. Hablo de Estados Unidos, donde nació la tendencia. Pero eso se desvirtuó, los colectivos que luchaban por sus derechos se convirtieron en grupos de presión que fiscalizaban el lenguaje y el pensamiento. En España, si bien es deseable cierta corrección porque nuestras maneras pueden ser groseras, sería un desastre para el ejercicio de la libertad de expresión que eso cundiera. No conduce a nada, no mejora la vida de quienes pretende defender."


Por último te propongo una actividad: Debes buscar una noticia y reescribirla con un lenguaje más claro, es decir, prescindiendo de aquella expresiones eufemísticas que te parezcan innecesarias y que de algún modo impiden que el lector conozca la verdad.






  





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