Desperté de ser niño. Trabajo de intertextualidad "crecer o lo difícil que es hacerse mayor"


Como hemos comentado hoy en clase, el arte en cualquiera de sus formas no es más que un modo de comunicar aquello que hemos vivido o sentido a los demás. El arte trata de dar respuesta a las inquietudes y sensaciones inefables que vive el ser humano. La pintura, la música, la literatura o el cine poseen cualidades e instrumentos distintos para narrar, para expresar algo que sentimos a los demás. Así podemos ver cómo los mismos motivos y temáticas aparecen indistintamente en diversos formatos. 

Muchas veces podemos sentirnos identificados con un personaje de una novela o con las letras de una canción y ese es el principal objetivo del verdadero arte: hacer que conozcamos mejor nuestro mundo y a nosotros mismos. Por eso debemos ser capaces de apreciar las relaciones existentes entre los diversos textos, películas, esculturas que tatan de comunicarme lo mismo por diferentes vías. 

Os presento mi propuesta:


 He escogidoel tema de  Crecer, hacerse mayor, sensaciones que experimentamos cuando, sin darnos cuenta, vamos abandonando esa etapa feliz, inocente en la que la vida era mucho más fácil ¿De los problemas del mundo? Apenas nos enterábamos y el juego era la mejor forma de aprender. 
 Cuando poco a poco nos alejamos de la infancia y recordamos esa etapa de nuestra vida a la que ya nunca podremos volver, se produce en nosotros la llamada melancolía o nostalgia,

Muchas obras han tratado este tema tan prolífico pues casi todos los que hemos crecido hemos sentido esa melancolía alguna vez. A continuación, os presento una serie de obras en las que este tema se trata de forma magistral.

Lo primero que nos encontramos es una canción del grupo español “El Canto del Loco” titulada “Que caro es el tiempo” Canción que os invito a escuchar para que veáis cómo el intérprete expresa ese deseo de volver atrás, de no perder esa inocencia característica de la tierna infancia.


A continuación nos detenemos ante un fragmento de la magnífica Novela “El camino” de Miguel Delibes, una historia en la que su protagonista, Daniel “El Mochuelo” debe afrontar los cambios que se producen en su nueva vida, tiene que abandonar el pueblo para ir a estudiar a la ciudad. El narrador nos cuenta las peripecias de Daniel, El Mochuelo, y poco a poco comprobamos cómo Daniel crece, y asume ese cambio con alegría, con valentía y nostalgia.

Capítulo I:

“Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así. Daniel, el Mochuelo, desde el fondo de sus once años, lamentaba el curso de los acontecimientos, aunque lo acatara como una realidad inevitable y fatal. Después de todo, que su padre aspirara a hacer de él algo más que un quesero era un hecho que honraba a su padre. Pero por lo que a él afectaba... Su padre entendía que esto era progresar; Daniel, el Mochuelo, no lo sabía exactamente. El que él estudiase el Bachillerato en la ciudad podía ser, a la larga, efectivamente, un progreso. Ramón, el hijo del boticario, estudiaba ya para abogado en la ciudad, y cuando les visitaba, durante las vacaciones, venía empingorotado como un pavo real y les miraba a todos por encima del hombro; incluso al salir de misa los domingos y fiestas de guardar, se permitía corregir las palabras que don José, el cura, que era un gran santo, pronunciara desde el púlpito. Si esto era progresar, el marcharse a la ciudad a iniciar el Bachillerato, constituía, sin duda, la base de este progreso.
Pero a Daniel, el Mochuelo, le bullían muchas dudas en la cabeza a este respecto. Él creía saber cuanto puede saber un hombre. Leía de corrido, escribía para entenderse y conocía y sabía aplicar las cuatro reglas. Bien mirado, pocas cosas más cabían en un cerebro normalmente desarrollado. No obstante, en la ciudad, los estudios de Bachillerato constaban, según decían, de siete años y, después, los estudios superiores, en la Universidad, de otros tantos años, por lo menos. ¿Podría existir algo en el mundo cuyo conocimiento exigiera catorce años de esfuerzo, tres más de los que ahora contaba Daniel? Seguramente, en la ciudad se pierde mucho el tiempo —pensaba el Mochuelo— y, a fin de cuentas, habrá quien, al cabo de catorce años de estudio, no acierte a distinguir un rendajo de un jilguero o una boñiga de un cagajón.
La vida era así de rara, absurda y caprichosa. El caso era trabajar y afanarse en las cosas inútiles o poco prácticas. Daniel, el Mochuelo, se revolvió en el lecho y los muelles de su camastro de hierro chirriaron desagradablemente. Que él recordase, era ésta la primera vez que no se dormía tan pronto caía en la cama. Pero esta noche tenía muchas cosas en qué pensar. Mañana, tal vez, no fuese ya tiempo. Por la mañana, a las nueve en punto, tomaría el rápido ascendente y se despediría del pueblo hasta las Navidades. Tres meses encerrado en un colegio. A Daniel, el Mochuelo, le pareció que le faltaba aire y respiró con ansia dos o tres veces. Presintió la escena de la partida y pensó que no sabría contener las lágrimas, por más que su amigo Roque, el Moñigo, le dijese que un hombre bien hombre no debe llorar aunque se le muera el padre. Y el Moñigo tampoco era cualquier cosa, aunque contase dos años más que él y aún no hubiera empezado el Bachillerato. Ni lo empezaría nunca, tampoco. Paco, el herrero, no aspiraba a que su hijo progresase; se conformaba con que fuera herrero como él y tuviese suficiente habilidad para someter el hierro a su capricho. ¡Ése sí que era un oficio bonito! Y para ser herrero no hacía falta estudiar catorce años, ni trece, ni doce, ni diez, ni nueve, ni ninguno. Y se podía ser un hombre membrudo y gigantesco, como lo era el padre del Moñigo.>>
                                                                                                    Miguel Delibes. El camino.

Otro gran escritor, en este caso el poeta Miguel Hernández escribió un hermoso poema a su hijo cuando conoció la noticia de su nacimiento. Desde la cárcel Miguel Hernández, sospechando que no conocería a su hijo, le habla sobre la vida, sobre hacerse mayor en “Las Nanas de la Cebolla”

Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

Desea proteger Hernández, en estos versos, la alegría inocente del niño. Por este motivo, en estos últimos versos pide a su hijo que disfrute de esa etapa de inocencia y desconocimiento, antes de crecer, de sufrir sus primeras decepciones, de hacerse mayor.

Si nos trasladamos a la pintura, artistas como Sorolla han creado obras que son un canto al juego, a la inocencia y a la alegría de la infancia. Aquí os presento el cuadro titulado "Niños en la Playa" obra en la que Sorolla, desde su madurez, observa la tranquilidad y la alegría en el juego de los niños.



En este otro cuadro, el famoso pinto Van Gogh recuerda la simbología de los primeros  pasos, tal y como muestra el título de la obra pictórica.




 Y por último, he elegido dos  películas maravillosas en las que la nostalgia por hacerse mayor, los cambios y el abandono de ciertas costumbres, se ve magníficamente reflejado.

La primera es “TOY STORY 3” Andy se ha hecho mayor y, lógicamente, ha dejado de hacer soñar a sus juguetes con las magníficas historias que inventaba para jugar. Andy ahora se preocupa por su futuro, por sus estudios y no tiene tiempo para pensar en sus juguetes, que sienten que ya han cumplido su función en aquella casa.





¿Alguna vez has sentido que ya nada es como antes? La relación con tus amigos de toda la vida ya no es tan fácil como hace unos años, parece que tus padres ya no te comprenden igual y discutes el doble con tus hermanos. Este choque de emociones se produce cuando comenzamos a asumir las responsabilidades que implica hacerse mayor y dejar de ser niño. 

La película “Inside Out” cuenta el periplo de  las emociones de Riley cuando esta se muda a otra ciudad y comienza a crecer.



 Quizá por este motivo cuando las personas se hacen mayores comienzan a olvidar datos del presente y, sin embargo, recuerdan nítidamente pasajes de su infancia. 

Quizá por eso cuando el escritor Antonio Machado murió en Coillure (Francia) huyendo de la guerra civil en España, encontraron un papel en el bolsillo de su chaqueta en el que se podía leer
 "ESTOS DÍAS AZULES, ESTE SOL DE LA INFANCIA" 

Oración que pasó a la historia como el último verso del autor


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